jueves, 9 de octubre de 2008

Ni tan mediocre...

Durante mucho tiempo, odié a Ximena Sariñana.



Primero, porque aborrezco a su papá con toda las fuerzas de mi recochina alma. Encuentro francamente repugnante que el cineasta más exitoso (comercialmente) de México sea una persona que hace de cada película un culto a las encuestas mercadológicas, a la cultura del marketing, al estereotipo más ramplón y la estética para adolescentes impresionables fans de RBD
.



Segundo, porque participó en esa ultra mentada de madre llamada “Amarte Duele”. Una película que su mami escribió con las nalgas (que en sentido literal debe ser bastante difícil… a ver, bájense los pantalones y pónganlas en el teclado… o agarren un lápiz y… bueno, you get the picture), y que por supuesto, como todas las peliculas de Papi Sariñana, incluyó a Ximenita, esta vez en un papel de niña fresa, idiota y prejuiciosa. Una película cuyo único mérito fue presentar en sociedad a las lolas de Martha Higareda.



Y tercero, porque en la susodicha película, Ximenita hizo sus pininos como compositora e intérprete, con una balada de me-corto-las-venas-con-un-pan-bimbo, llena de lugares comunes, e interpretada con un exceso de falso vibrato. Algo así como si cruzaras a Armando Manzanero con un borrego, y al producto de esa relación le dieras dos tachas y un red bull y lo pusieras a cantar.



Es por estas razones que cuando me enteré que Ximenita Sariñana había sacado un disco, titulado “Mediocre”, me dieron ganas de plantar una bomba en las oficinas de Warner (1).


Sin embargo...

Hace ya bastantes semanas, una tarde, prendí la tele, y le puse a MTV, mientras me preparaba un rico café. Estando en la cocina, me llegó una tonadita bastante sabrosona… muy relajante, y bien interpretada. Sin darme cuenta, comencé a seguir el ritmo de la canción con la cabeza, suavemente. Cuando salí, dándole un trago a mi rico café, y vi quien era quien interpretaba, me llevé la sorpresa de mi vida (además de una quemada en el hocico).

Era Ximena.


Durante el resto de la tarde, seguí viendo MTV, esperando que repitieran el video. Pero como dicta la ley de Murphy, no lo pasaron (Ley de Muphy = si no lo hubiera estado buscando, lo pasan diez veces en una hora). Así que decidí ir directamente a la fuente, y conseguí el disco. Lo ripeé y lo subi al iPod. Y como al otro día tenía una cita para ver a un güey que quería que le tradujera un guión, me refiné el disquito durante el trayecto. Me gustó mucho.

La señorita Sariñana (o bueno, la “Seño”, yo no meto las manos al fuego por nadie) se aventó un muy buen disco. Excelente para el relax. Con tintes muy elementales de un Jazzecito comercial y cadencioso. Ya aprendió a modular su voz, y a hacer uso de su vibrato natural. Y lo que más me sorprendió fueron las letras (de la autoría de Ximena). Son de una sencillez apabullante, sin metáforas rebuscadas (Saludos, Saúl Hernández) o lugares comunes y frases trilladas de amor (Saludos, Maná). Aquí un ejemplo:

La soledad es un paso firme, que no he podido obligarme a dar
El corazón no tiene remedio, con la vejez deja de funcionar
Y que felicidad hacerte la cena y que seguridad saber que me esperas
y el tiempo pasará; el sol se apagará y todo lo que sentiste fue normal
De “normal”

Regresé a mi casa diciendome “Eres un pinche prejuicioso, Peter”.
Pero un par de días después prendí la tele, y en una entrevista, me dí cuenta de que Ximena ya siente que es la Bob Dylan región 4, que es la compositora que México esperaba, y dice que está harta de todas las manifestaciones plásticas, vacías y carentes de contenido que inundan los medios en México. Algo así como las películas que hace su papá.

Por lo menos hizo algo bueno en su vida…

(1) Si alguien de Warner está leyendo esto, ni me hagan caso, aquí nomás anda uno de hocicón (no vaya a acabar en el tambo).

1 comentario:

Unknown dijo...

hahahahahah por favor engordala